Después de un largo período de crisis, que duró casi medio siglo, en las últimas décadas del siglo II a.C. comenzaron a advertirse claras señales de recuperación económica. Los precios bajaron, volvieron a los niveles anteriores a la guerra contra Aníbal, y aumentó el bienestar, principalmente el de los comerciantes e inversores.
- La colonización y sus efectos: mejora en la economía romana y revitalización del comercio
La propia colonización, que prosiguió con renovado empeño en el siglo I a.C., restituyó su esplendor a las regiones más afectadas por la crisis de la pequeña propiedad. Los nuevos asentamientos, además de repoblar las tierras abandonadas, mejoraron el estado del suelo con trabajos de irrigación. Desde la época de Sila hasta la de Augusto se fundaron las colonias de Abella, Avelino, Alife, Arezzo, Capua, Chiusi, Fiésole, Grumento, Adria, Interamna, Nola, Pompeya, Preneste, Telesia, Urbana (más tarde absorbida por Capua), Ancona, Rímini, Ascoli Piceno, Este, Benevento, Bolonia, Boviano, Calazia, Casilino, Concordia, Cremona, Dertona, Fano, Fermo, Florencia, Ispello, Lucca, Luceria, Lucus Feroniae, Luna, Novum Comum, Nocera Alfaterna, Paestum, Pisa, Pesaro, Pola, Siena, Sora, Suessa Aurunca, Sutri, Trieste, Verona, Aosta, Brescia, Minturno, Módena, Parma, Piacenza, Pozzuoli y Venafro. En varias localidades hubo oleadas coloniales sucesivas. La construcción de carreteras revitalizó el comercio. Nuevos centros, como Pozzuoli y Pompeya, se impusieron como focos del comercio itálico dirigido también a la cuenca mediterránea, adonde se exportaban los productos agrícolas más rentables. La mayor contribución a la recuperación provino del sistema agrario de la Italia centro-meridional. A fines del siglo II a.C. ya eran evidentes los resultados del nuevo modelo de explotación. La implantación de cultivos especializados, el perfeccionamiento de las técnicas y la conquista de los mercados habían exigido un largo período de acondicionamiento y una gran inversión de capitales. Pero finalmente la nueva hacienda agrícola, eficazmente administrada y apoyada en la existencia de mercados seguros para sus productos, podía mantener unos niveles medios de producción nunca alcanzados hasta entonces.
- Se extiende la red comercial de los negotiatores romanos por todo el Mediterráneo
La red comercial de los negotiatores romanos se extendió por casi todo el Mediterráneo, como lo atestiguan los hallazgos arqueológicos de ánforas para la conservación y transporte del aceite y del vino. Los vasos apulios, así como los Dressel 1 y Dressel 2-5 de Brindisi, eran utilizados para transportar el aceite de Apulia y el vino de Campania a muchas localidades de la Magna Grecia, el Lacio, la Galia cisalpina, Istria, Provenza y África. A partir de mediados del siglo II a.C. se difundieron las ánforas de Apulia, que demuestran la abundante producción aceitera de la región. Hacia el final del período republicano, la presencia del aceite de Apulia disminuyó gradualmente, sustituido por el de procedencia cisalpina e istriana. Las ánforas Dressel 2-5 documentan, ya en el siglo II a.C., la amplia comercialización de los vinos de Campania. Después de un momento de máxima expansión durante la época republicana, en el siglo I a.C. se produjo una progresiva disminución de los intercambios, con un empeoramiento de la calidad, descenso de la producción y contracción de los cultivos vinícolas.
- Rápido aumento de la producción agrícola y ganadera
En el marco de la cambiada situación económica tuvo lugar un rápido aumento de la producción agrícola. Se basó sustancialmente en la renovada vitalidad de las vías comerciales y en la mayor cantidad de productos destinado a los mercados de ultramar.
Ya antes de la crisis de Aníbal el cultivo de la vid se hallaba bastante difundido en algunas áreas, pero sólo después de la guerra obtuvo mayor consistencia y se convirtió, junto con el cultivo del olivo, en el motor de la recuperación económica. La ganadería, practicada desde la época prerromana, sufrió un retroceso en el siglo II a.C. como consecuencia de la potenciación de los cultivos de la vid y el olivo.
En la segunda mitad del siglo I a.C. volvió a tener una amplia difusión por las mayores posibilidades de ganancia inmediata que ofrecía frente a los productos agrícolas en un período de crisis. Hasta el siglo I d.C. la cría de ganado tenía sus centros principales en Campania, sobre todo en los alrededores de Pompeya, y en Apulia, particularmente en el Tavoliere, Brindisi y Salento. En estas áreas se practicaba la trashumancia. Estaba muy difundida la cría de ovejas, sobre todo para la obtención de lana y, en segundo lugar, de quesos. La cría de bovinos, menos extendida, abastecía de pieles y de animales de labor. En el campo romano se criaban diversas especies de aves de corral.
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Artículo 28 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.