martes, 23 de octubre de 2012

La crisis institucional del siglo I a.C. | Historia de Roma (XXXI)

Los conflictos, repetidos y violentos, afectaban sobre todo al control del poder político, el reparto de los botines de las conquistas, la realización de reformas agrarias y la distribución a precio controlado de los productos alimenticios. No sólo se enfrentaban la nobilitas y grupos populares, la propia clase del poder estaba tocada por fracturas profundas, hasta el punto de que la lucha civil condujo finalmente a la caída de las estructuras republicanas y a su transformación en instituciones de tipo monárquico.

Imperio romano y su ejercito

- Motivos de la decadencia de las estructuras tradicionales republicanas


La auténtica crisis estalló en el siglo I a.C. La constitución republicana, que había regido el estado romano durante cuatro siglos superando las pruebas más difíciles, acabó por desembocar en una crisis irremediable. La decadencia de las estructuras tradicionales se produjo por muchos motivos.

+ Expansión del Estado y crisis de crecimiento


En primer lugar, la propia expansión del estado, que después de la ampliación del territorio y el desarrollo de nuevas y variadas actividades económicas, desembocó en una crisis de crecimiento que puso en evidencia la fragilidad de las instituciones republicanas.

+ Diferencias entre clases sociales


En segundo lugar, las diferencias entre las clases sociales, que favorecieron el proceso de disgregación. La oligarquía tradicional incrementó todavía más su poder político, económico y militar, sin querer renunciar al monopolio del poder, ni siquiera con concesiones parciales a los grupos ascendentes. Por su parte, los caballeros y la burguesía adinerada, que habían visto aumentar considerablemente su poder económico y político gracias al abastecimiento del ejército, al cobro de impuestos y de derechos de aduana, a la realización de obras públicas y a los transportes marítimos, sólo ocasionalmente conseguían participar en la dirección del estado. Finalmente, las clases populares, sin poder aguantar por más tiempo sus precarias condiciones de vida, reaccionaban con sublevaciones violentas manipuladas a menudo por cabecillas hábiles y desaprensivos.

+ Cambio de mentalidad de las clases dirigentes


Un componente fundamental de la crisis fue también el cambio de mentalidad de las clases dirigentes, que tenían la convicción de ser ciudadanos privilegiados con un gran poder. Prevalecieron el deseo desenfrenado de riqueza, la tendencia al parasitismo y la disposición a la violencia. Como consecuencia, en la vida política se extendieron la corrupción electoral y el ejercicio desaprensivo del poder, lo que acarreó el descrédito a las instituciones republicanas. Los jefes militares adquirieron gran importancia gracias a las riquezas acumuladas a expensas de las provincias y a menudo utilizaron sus ejércitos como elementos de la lucha política, como electores o como activistas: se trataba, en realidad, de ejército mercenarios que combatían únicamente para obtener ventajas y recompensas.

+ Pérdida del papel de guía de la vida política de las instituciones en general


Las instituciones en general perdieron el papel de guía de la vida política por la ausencia de una voluntad decidida de renovación, la discontinuidad de la línea de gobierno y, sobre todo, la ausencia de una mayoría estable.

+ División en la clase dirigente


La clase dirigente estaba profundamente dividida. Cada grupo se había atrincherado en la defensa de sus propios privilegios y estaba más atento a salvaguardar sus intereses particulares que a reconstruir la unidad del estado. También las clases subalternas apostaban por la ruptura. Los propios comicios contribuyeron a la disgregación de las instituciones. Violencia, corrupción y demagogia se impusieron como formas privilegiadas de lucha política. La mayoría de los ciudadanos había abandonado la vida pública en manos de aguerridas minorías a sueldo de los principales candidatos a las magistraturas.

+ El senado, incapaz de asegurar el equilibrio interno del Estado


Ni siquiera el senado podía garantizar su función originaria de organismo que asegura el equilibrio interno del Estado. Administrado todavía según los antiguos reglamentos, estaba gestionado por una restringida oligarquía que actuaba en defensa de sus intereses particulares y, sobre todo, de sus privilegios.

+ Magistraturas: violación de la anualidad y colegialidad de los cargos, magistraturas compradas por la fuerza de las armas, etc.


Tampoco las magistraturas quedaron al margen del deterioro general. Se violaron la anualidad y la colegialidad de los cargos, de modo que un mismo magistrado cubría durante varios años el mismo cargo sin otra razón de peso que la consolidación de su propio poder.

Se afirmaron asimismo nuevas costumbres institucionales. Entre las más perjudiciales estaba la tendencia a reunir en un solo magistrado la dirección del estado, ya que fuera renovando durante varios años el mandato, o concentrando en una persona poderes antes de separados.

También resultó muy nociva la legitimación a posteriori, con votaciones compradas, de magistraturas conquistadas por la fuerza de las armas. Los acuerdos personales, presentes desde siempre en la vida de la república, adquirieron en este momento carácter formal y llegaron a ponerse por encima de la constitución.

La profunda crisis de las instituciones republicanas no parecía dejar otro camino que el de un poder personal que guiara al estado de forma unitaria, aunque con carácter despótivo o totalitario.


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Artículo 31 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.