Antes de emprender su carrera expansiva, la República romana tuvo que pasar por una dura prueba de dos siglos, en la que templó su espíritu hasta darle la dureza necesaria para edificar el vasto Imperio romano, en una serie de guerras con sus vecinos, en las que se jugó su subsistencia: con los latinos, que la miraban con envidia y pretendían destruirla; con los etruscos, que intentaban recobrar su viejo dominio; con los sabinos, los equos y los volscos, que periódicamente se infiltran en territorio romano.
Cada año, salen a campaña los ciudadanos de Roma y realizan numerosas proezas. Fueron luchas domésticas y feroces, como las de tribu contra tribu, de aldea contra aldea, en las que cada contendiente, poseído de un odio implacable, aspiraba a aniquilar a su rival del pequeño mapa de la comarca.
- Superada la crisis, Roma se lanza a la conquista de Italia
En medio de contratiempos que repetidamente la pusieron en trance de muerte, Roma consiguió superar esta aguda crisis de su primera etapa de crecimiento hasta que, a principios del siglo IV a.C., inició la serie de conquistas que han de valerle la posesión de Italia con la toma de la ciudad etrusca de Veyes (396), que le abrió el camino de la Etruria. Poco después, un grave contratiempo comprometió este éxito inicial y puso de nuevo en peligro su existencia: la irrupción de las tribus galas, que, bajando como un huracán de sus tierras del Valle del Po, derrotaron en Alia (390) al ejército romano que les salió al encuentro y saquearon e incendiaron la ciudad. Sin embargo, una vez satisfecha su sed de rapiña, los galos se retiraron, y la ciudad, incendiada y destruida, pero enriquecida con una nueva, aunque dolorosa experiencia, reedificó sus ruinas y volvió a amurallarse más reciamente para evitar nuevas y terribles sorpresas como aquélla.
- Tras la invasión gala, continúa la conquista
Desde entonces, ya nada interrumpió el avance de los romanos por Italia. Reducen de nuevo a los latinos, que habían aprovechado la crisis de la invasión gala para sublevarse; incorporan el país de los volscos, en las montañas del sur del Lacio; se apoderan de la Campania (341) y reciben en ella el primer baño de cultura griega de la Magna Grecia; vencen a los samnitas, pueblo itálico de las montañas que les disputaban la Campania, en el curso de dos encarnizadas guerras que les aseguran la posesión de dicha comarca; y, finalmente, al entrar en acción en la Italia del Sur, chocan con la ciudad griega de Tarento y su aliado el rey Pirro, del Epiro, erigidos ambos en defensores del helenismo en la Magna Grecia. Después de algunas campañas adversas, logran vencer estas fuerzas coligadas en la batalla del Benevento (275), y alcanzan el dominio sobre toda la Península.
- Roma: de una confederación de poblados de pastores a una potencia en cuatro siglos
Durante los cuatro primeros siglos de su existencia, Roma ha pasado de una simple confederación de poblados de pastores a una potencia que domina toda la Italia peninsular y se apresta a la conquista del Mediterráneo.