Con Diocleciano se abre la segunda etapa del Imperio romano, que comienza, aproximadamente, en el año 300.
La fuerza expansiva del Edicto pretorio decae bajo Adriano, y la jurisprudencia deja de constituir un poder independiente desde fines del siglo III. Por la misma época, el Poder imperial, consolidado ya como Monarquía, monopoliza, con el gobierno político, la dirección de la vida jurídica.