domingo, 8 de marzo de 2015

Los glosadores | Historia literaria del Derecho romano (I)

Las nociones que con la mayor concisión vamos a exponer, sirven para iniciar en la historia literaria del derecho, de grandísima importancia y desgraciadamente poco estudiada.

Los glosadores y el Derecho romano

- Períodos de la historia literaria del derecho romano


En tres períodos puede dividirse la historia literaria del derecho romano: el primero comprende las producciones literarias de la escuela de los glosadores, que floreció entre los años transcurridos desde 1080 hasta 1260, año de la muerte de Accursio. El segundo va desde la escuela de los glosadores hasta el fin de la Edad Media, y representa un período de decadencia cuyos juristas forman la escuela de los dialécticos o comentadores. El tercer período, que desde el fin de la Edad Media se extiende hasta nuestros tiempos (veremos hasta finales del s. XIX), se inició con un profundo renacimiento de los estudios humanistas; pero, aun cuando tuvo sus precursores en Italia, se desarrolló antes en Francia, luego en Holanda y finalmente en Alemania. Italia, salvo honrosas excepciones, no explotó su tesoro sino hasta poco después de su transformación política. El tercer período debe, pues, subdividirse en cuatro secciones, a saber: escuela francesa, escuela holandesa, escuela alemana y literatura romanista italiana.

- Los glosadores


En la escuela de los glosadores deben también distinguirse dos períodos bien diferenciados: uno, que podríamos llamar de creación, que llega hasta Hugolino, y otro, que podría ser llamado de recolección, y se extiende desde Hugolino hasta que acaba la escuela en Accursio.

Los glosadores más célebres del primero período fueron:

+ Irnerio


Irnerio, que nació hacia el año 1055, primero fue profesor de gramática en la escuela de Bolonia, y más tarde se dedicó a la enseñanza del derecho, siendo el verdades iniciador de la escuela de los glosadores. Su nombre se halla varias veces en los placita del Imperio y de la condesa Matilde y en otros documentos de los años 1113 al 1125. Odofredo le llama maximi nomini set primus illuminatur scientiae nostrae. Fitting ha publicado recientemente dos obras, atribuyéndolas a Irnerio: la Summa codicis y las Quaestiones de iuris subtilitatibus (Berlín, 1894).

+ Bulgaro


Bulgaro, boloñés, que murió bastante viejo hacia el año 116, tuvo gran autoridad, y fue de carácter íntegro y de elegante y atildada palabra, habiendo sido denominado Boca de Oro o Crisóstomo de la jurisprudencia. Entre sus más famosos discípulos se cuentan Juan Bassiano y Alberico.

+ Martín Gosia


Martín Gosia, de Bolonia, tuvo fama por su mérito no menor que el de Bulgaro, a quien, no obstante, fue inferior en dotes morales. Glosó todo el texto e hizo adiciones a las auténticas del Código. Murió poco antes y Bulgaro.

+ Jacobo


Jabobo, boloñés, contemporáneo de Graciano, fue muy apreciado, y murió el 11 de octubre de 1178. Se conservan de él glosas y reglas de derecho, y es recordado con frecuencia en las Dissensiones dominorum.

Bulgaro, Martino, Jacobo y Hugo, llamados por antonomasia los cuatro doctores, gozaron de inmensa autoridad, fueron los fundadores definitivos de la escuela, tomaron parte en la Dieta de Roncaglia y defendieron el Imperio como continuación del romano y representante del poder civil contra las invasiones del eclesiástico. Sus mejores obras son las glosas; pero también escribieron monografías muy apreciables para sus tiempos.

Además de éstos, que son los más notables, merecen especial mención:

+ Rogerio, discípulo de Bulgaro


Rogerio, discípulo de Bulgaro, el primero que escribió una colección de controversias entre glosadores.

+ Alberico


Alberico (de Porta Ravennate), contemporáneo de Rogerio, tuvo tanta fama como profesor que debió enseñar en el palacio donde se reunía el ayuntamiento.

+ Piacentino


Piacentino, natural de Piacenza, de donde tomó su nombre, enseñó en Mantua y en Bolonia, y luego en Montpellier, donde fundó una escuela; regresó luego a Bolonia y a Piacenza, y, por último, a Montpellier, donde murió en 1192. Fue una verdadera lumbrera, no solamente por su gran ciencia legal, sino también por su no común conocimiento de los clásicos latinos.

+ Juan Bassiano


Juan Bassiano, de Cremona, tuvo por maestro a Bulgaro, y por famosos discípulos a Azón, Carlos de Tocco y Nicolás Furioso. Enseñó en Bolonia a últimos del siglo XII, y Azón y Accursio difundieron sus opiniones. Era conciso en la forma y admirable por la agudeza de su ingenio y su pericia en las artes liberales.

+ Pillio


Pillio, que nació hacia la mitad del siglo XII, escribió varias obras notables por su precisión dialéctica.

+ Otón


Otón nació en Pavía y vivió en la segunda mitad del siglo XII; fue discípulo de Piacentino y maestro de Carlos de Tocco; enseñó en Bolonia y escribió, además de las glosas y algunas distinciones, un libro de ordini iudiciario.

+ Burgundio


Burgundio, que nació en Pisa a principios del siglo XII, tradujo los textos griegos de las Pandectas.

+ Vacario


Vacario emigró de Italia a Inglaterra donde fundó una escuela de derecho romano.

+ Azón


Azón, que nació en Bolonia hacia la mitad del siglo XII, murió en dicha ciudad hacia el año 1230. Gozó de muchísima fama, a la que debía el que el fuesen encomendados muchas veces importantes asuntos de la ciudad natal; tuvo inmenso número de oyentes, y tanta celebridad llegaron a alcanzar sus obras, que hicieron olvidar a los antiguos glosadores. Aun entre los prácticos era tal su autoridad, que dio lugar al proverbio: "Chi nom ha Azzo non vada a Palazzo".

+ Ugolino (de Presbytero)


Ugolino de Presbytero, boloñés, discípulo de Juan Bassiano, los tuvo a su vez tan famosos como Roffredo, Jacobo de Ardizzon y Odofredo, y murió después de 1233. Trabajó mucho como lector, escritor, juez y hombre político, y sus obras son: las Glosas, en forma de verdadero Aparato, la Summa del Digesto y del Código, una colección de Distinciones, las Diversitates seu Dissensiones Dominorum, las adiciones a la Summa de Azón, la Summa del derecho feudal y, finalmente, las Quaestiones.

Del segundo período fueron conocidos sobre todos los demás:

+ Lanfranco


Lanfranco, natural de Crema, profesor en Bolonia y en Vicenza, fue el primero que leyó a un tiempo derecho civil y canónico.

+ Jacobo de Ardizzon


Jacobo de Ardizzon, veronés, discípulo de Azón y de Hugolino. Su fama se funda principalmente en una obra que escribió acerca del derecho feudal; pero también glosó las fuentes del derecho romano.

+ Jacobo Baldovino


Jacobo Baldovino, de noble familia boloñesa, floreció durante la segunda mitad del siglo XII, gozando de mucha fama como profesor. Siendo podestá de Genova, le fue confiada la corrección de los Estatutos.

+ Carlos de Tocco


Carlos de Tocco, discípulo de Piacentino, de Cipriano, de Juan Bassiano y de Otón; maestro, a su vez, del célebre Roffredo, escribió glosas al derecho romano y sumas, siendo famoso principalmente por el gran Aparato a la Lombarda, que es para el derecho longobardo lo que la Glosa de Accursio para el romano.

+ Roffredo de Epifanio


Roffredo de Epifanio, discípulo de Piacentino, Juan Basiano, Otón, Cipriano, Azón, Carlos de Tocco y Hungolin, leyó primero en Bolonia, y desde 1215 en adelante en Arezzo.

+ Accursio


Accursio, con quien termina la pléyada de los glosadores, nació en el condado de Florencia, hacia 1182, muriendo allí hacia 1260. Después de haber enseñado públicamente durante más de cuarenta años, se retiró a su villa para componer en la soledad la Glosa magna, vasta colección de las glosas escritas por sus predecesores y contemporáneos, que los tribunales la observaban como ley, porque contenía resumidas y elaboradas las glosas dispersas en las múltiples obras de los maestros de la escuela; abrazaba todas las fuentes del derecho, y habiendo aparecido en una edad de decadencia de las fuerzas científicas, ofrecía abundante pasto de literatura jurídica, ahorrando la fatiga de pensar por sí.

- La veneración a la Glosa, desde fines del siglo XIII


En efecto, desde fines del siglo XIII, la veneración a la Glosa, que resumía la majestad de la escuela de los domini, llegó a ser tan grande, que fue respetada como el mismo texto, contribuyendo muchísimo a alejar del mismo a los juristas. Y aun hoy no puede olvidar el romanista aquel célebre libro, ni el civilista ignorar, que allí se ocultan las raíces de muchas instituciones y de buen número de sus modernas manifestaciones.

- La escuela de los glosadores y el Corpus iuris civilis


Las glosas fueron la obra máxima de los glosadores, y de ellas tomó nombre la escuela: no eran otra cosa que apuntes, llamadas y aclaraciones que el glosador continuaba en la copia o ejemplar que del texto poseía; pero también escribieron numerosos trabajos de otra índole.

Precisamente los glosadores fueron quienes recogieron en una sola las fuentes del derecho, destinadas a constituir el derecho común o general del Imperio, y le dieron el nombre, que aun hoy conserva, de Corpus iuris civilis.

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- Historia literaria del Derecho romano


+ Historia literaria del Derecho romano (II): dialécticos y comentaristas

+ Historia literaria del Derecho romano (III.I): los humanistas

+ Historia literaria del Derecho romano (III.II): la escuela francesa

+ Historia literaria del Derecho romano (III.III): la escuela holandesa

+ Historia literaria del Derecho romano (III.IV): la escuela alemana

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Fuente:
Derecho romano, Felipe Serafini, páginas 95 - 101.