Durante los emperadores, la negociación de los obligaciones se había convertido en una especulación muy lucrativa y había degenerado en abuso. Para impedir que gentes ávidas de ganancias especularan con la compra de créditos obteniéndolos a vil precio, y para proteger a los deudores contra vejámenes de los empresarios de pleitos (redemptores litium), el emperador Anastasio ordenó que, cuando se comprase un crédito, el cesionario no pudiese exigir del debitor cessus una suma mayor de la que él había dado al cedente (1).
- Ley del emperador de Anastasio, de limitación de los efectos de la cesión de créditos
En virtud de esta disposición, el deudor demandado por el comprador de un crédito para el pago de una cantidad mayor de la entregada por este último al cedente, podía defenderse mediante la excepción de la Ley Anastasiana, y reducir así la demanda del cesionario al precio efectivamente pagado (2). Si se ofrece alguna duda sobre la verdadera cuantía del precio de la cesión, incumbe la prueba al cesionario.